Las almas están destinadas a encontrarse. | |||
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(クロスローズ, Kurosurōzu) | |||
Información | |||
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Personajes | |||
Soichiro Satoru | |||
Jutsus | |||
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Objetos | |||
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Éste es el segundo episodio de la Saga: El Nuevo Camino, de la historia de Soichiro Satoru.
Sinopsis[]
Pasaron algun días, y Soichiro finalmente salió del País Helado, entrando en el País de las Aguas Termales, la última frontera antes del País del Fuego. Estaba más ilusionado de lo que habría esperado en un pasado, ya que había oído que hubo actividad reciente de una organización criminal enorme y peligrosa en aquel país. Él sabía quienes eran.
Sin embargo, no salió como esperaba; Interrogó a personas, visitó sitios, buscó cualquier pista, pero nada. Absolutamente nada. Aquello le rompió la ilusión, por lo que se dirigió al bar de un pueblo a descansar. Desde pequeño, siempre realizó acciones honestas, y ahora que lo había perdido todo, aquella misión personal era la más honesta de todas, y si la lograba, dejaría en el mundo su mejor semilla. Pero no estaba logrando nada, y mientras más tiempo pasase sin averiguar la identidad y localización de las personas tras el Jutsu que destruyó su vida, peor.
Ingresó en el bar, parecía un ambiente bastante ameno, aunque el no tenía tiempo para ello, estaba bastante frustrado. Temía que luego de tantos días de viaje exhaustivo, no consiguiera nada, y hasta ahora todo pintaba así. El lugar parecía bastante lleno, pero vio un taburete libre al lado de un campesino, en la barra. Así que se sentó allí.
Soichiro: Un sake, por favor.
Era la segunda vez que bebía alcohol en su vida, nunca solía hacerlo, pero ahora quería ahogar sus penurias. Llegó la jarra, y se la bebió de un sorbo.
Campesino: ¿Frustrado, eh?
Soichiro le miró y se sorprendió. Aquel hombre no era un campesiono, o no lo aparentaba, pero por la distancia, la cantidad de gente y la no abundante luz del lugar, lo había confundido, tal vez por el sombrero. Vestía un sombrero ancho y negro, junto con un abrigo del mismo color, camisa blanca y corbata. Parecía bastante formal, aunque le asustó su peligrosa delgadez.
Debido a su exclusión del mundo en el pueblo, no estaba acostumbrado a que un extraño le hablase porque sí, aunque supuso que aquello era normal en los bares.
Soichiro: Sí...
Le respondió, pidiendo otra jarra. El extraño bebía de a pequeños sorbos.
Extraño: ¿Qué es?
Soichiro recibió su jarra, y bebió un sorbo.
Soichiro: He estado buscando algo desde hace un buen tiempo, pero nada...
El extraño terminó de beber la suya.
Extraño: Sí... Yo también estoy buscando algo, pero no lo consigo... Pero ¿sabes?, aprendí a no rendirme y... A que las cosas que uno busca, ocasionalmente las encuentra en los lugares que menos se espera.
El extraño le miró a los ojos. Soichiro le devolvió la mirada, y así quedaron por unos, (para Soichiro), incómodos segundos. Rompiendo el hielo, el extraño le estrechó la mano.
Extraño: Yorumaru.
Soichiro le observó la mano, y decidió ser amistoso, devolviéndole el apretón.
Soichiro: Soichiro.
Yorumaru: Bien, debo irme. Nos vemos Soichiro.
Yorumaru se levantó del taburete, y se dispuso a irse, pero se detuvo a los pocos pasos.
Yorumaru: ... No eres de por aquí, ¿verdad?
Soichiro: ¿Mm?
Yorumaru: Quiero decir... Por tus atuendos. Todos te están mirando raro.
Soichiro se fijó y, en efecto, todos le mirarban extrañados, pero disimularon cuando éste les vio. Y a decir verdad, no podía culparles, todos vestían lo que se consideraría, "ropa normal", mientras que el vestía un atuendo de monje espiritual inadecuado para el lugar.
Yorumaru: Y... Me tomaré el atrevimiento de suponer, que aquello que estás buscando está relacionado al lugar de dónde vienes. Aún no has podido dejarlo atrás, y ni siquiera te has dado cuenta de ello.
Aquella deducción tenía sentido, al tener un evidente paralelismo con el hecho que ni se había dado cuenta que vestía sus ropas del pueblo en un lugar y país como aquel.
Yorumaru: Sea lo que sea, déjalo ir, y mira hacia el futuro... Aunque, no sé porque ando dándole consejos a alguien mayor que yo, y encima que ni conozco. A veces pienso que soy demasiado amable, (dijo, mientras parecía recordar algo), en fin, siento si te molesté, nos vemos.
Aquel raro personaje atravesó la puerta del bar y se perdió de vista. Soichiro estaba impresionado por la forma en la que dedució todo por lo que estaba pasando, ¿era una especie de adivino? ¿O tan evidente era lo suyo? Cómo cuando Adán y Eva descubrieron que estaban desnudos, Soichiro se apresuró a salir del lugar, dirigiéndose a un motel. Dinero tenía, gracias a las reservas del pueblo, e hizo unas simples compras. Volvió a usar sus botas de cuero, y mantuvo sus pantalones azul oscuro, pero ahora sin cinturón de Guardián, con todos sus accesorios. Se quitó el enorme collar también, y se vistió el torso con una camisa blanca. Además, se afeitó el rostro. Aquel Yorumaru, como enviado por el destino, tenía razón, si quería consolidar sus objetivos, tenía que dejar el pasado atrás y cambiar.