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Una Misión sin Fin

(無限使命, Mugen Shimei)

Información
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Saga Leyenda Oculta: El Nacimiento de la Onda Solitaria
Personajes
Dan Kazaragi
Kan Kazaragi
Lark Kazaragi
Yuna Kazaragi
Natsuki Kazaragi
Jutsus
Elemento Rayo: Prisión de Cuatro Pilares
Elemento Yin: Manipulación Mental

Una Misión sin Fin (無限使命, Mugen Shimei). Es el primer capítulo de la Leyenda Oculta. Se recomienda leer la "Introducción" del Gaiden antes de comenzar la lectura.

Castigo[]

—¿Tren?... ¡TREN!.

El hombre dio un pequeño salto de la silla dónde se había sentado horas antes. Estaba durmiendo y una pesadilla lo había despertado, pero logró ignorar esto en segundos y comenzó a escribir en una hoja de papel, quizás escribía aquel sueño, pero algo es seguro: Era algo importante. Aquel hombre se encontraba en una habitación llena de pergaminos y, antes de que él pudiera terminar de escribir un hombre, llamado Kan, abre la puerta.

—¡Maldición Kan!, ¡recuerdo haber dicho que nadie entrara a esta habitación cuando esté trabajando!.

—Tranquilo, Lark. “Madre” nos llama.

Lark es un chico alegre, le encanta pelear y es conocido por hablar mucho; sin embargo, él odia trabajar, en realidad, la única forma de hacer que él trabaje es obligarlo con un simple genjutsu de hipnotismo. El problema era que Lark tenía cierta resistencia a los genjutsus, por lo que le era fácil para él neutralizarlos. Y de esa forma él obligó al clan kazaragi a crear un genjutsu que solo podría ser interrumpido por una palabra clave: Madre. Madre no solo es una palabra usada en un genjutsu, sino también el sobrenombre de uno de los líderes del clan kazaragi, y Kan, otro líder de dicho clan, era su guardaespaldas.

Y ahí estaban, Lark y Kan estaban caminando en un largo pasillo que al parecer nunca tenía final. Parecían estar en el subterráneo ya que las paredes, el techo y el piso estaban hechos de piedra, que además estaba húmeda.

—Kan, si vuelven a usar ese desagradable jutsu, juro que…

—Siempre lo mismo —Interrumpe Kan— ¿Nunca has pensado en decir algo nuevo cuando “despiertas”?. Cada vez que usamos ese jutsu en ti no puedo evitar reirme hasta morir, después de todo esto no pasaria si no acumularas años y años de papeleo.

Los muchachos ya estaban por llegar a una extraña puerta de madera, y al abrirla...

—El papeleo es aburrido. Además, yo debería encargarme de las batallas...

Luego de decir esas palabras se topa con una niña de cabello rojo, sus ojos estaban cerrados y si le sumamos su sonrisa se podía deducir que ella los recibia de una forma cálida y relajante. Lamentablemente para Lark todo era una actuación. La niña inocente que antes presenció Lark se esfumó cuando ella invocó una espada y la usó para intentar cortar su cabeza. Su rostro cambió a uno dulce y agradable a uno frío y oscuro.

Lark era un ninja dotado de una increíble resistencia, no solo a los genjutsus, sino a todo tipo de heridas. Esa era su fortaleza. Esa era su habilidad… Pero la chica con la que lucho era increíblemente fuerte, y esto no lo sabía Lark; él simplemente lo dedujo al ver como sus ataques con la espada cortaron la puerta de madera detrás de él como si de un algodón se tratase. Lark optó por retroceder y esquivar los siguientes ataques de la joven ninja pero esta última es detenida por Kan al sostener su espada.

—Tranquila, él no te quitara ese puesto. Solo míralo.

La chica observa por un segundo a Kan y luego a Lark, terminando su presentación con una sonrisa confiada.

—¿Huh?, ¿¡qué significa esa sonrisa!?.

—Ella es un Sonzai, Lark. “Madre” la escogió, y por cierto… ya asesinó a siete retadores, no creo que quieras ser el octavo, ¿o si?. Si es así déjame contactar a unos amigos, quiero asegurarme de nunca olvidar tu muerte.

—Kan… espero que la batalla esté lista para esta noche. No me decepciones.

Los tres ninjas siguieron su camino hasta llegar a otra puerta, esta vez era mucho más grande y estaba hecha de piedra por lo que tenía que ser empujada, trabajo del cual se encargó la pequeña kunoichi. Detrás de aquella puerta se encontraba un pequeño ninja parado frente a “la gran madre”. Lark, Kan y la pequeña, llamada Yuna, dieron un gran salto para atacar a lo que ellos creían era un “asesino”. El asesino opta por convocar una gran cantidad de lanzas imbuidas en chakra de rayo que atraviesan la ropa de Lark y Yuna enviandolos hacia la puerta nuevamente. Kan, en cambio, logró esquivar el ataque y después de realizar numerosos sellos “encerró” al “intruso” en una prisión de rayo. Acto seguido Kan se acerca paso por paso y dice...

—Haz un solo movimiento más, y mueres.

El asesino le responde con una tenue sonrisa. Kan no pudo ver sus ojos debido a la capucha que tenía puesta, pero él notó que iba a atacar así que él iba a hacer lo mismo.

«No… —Pensaron los muchachos— ¡¡No puedo moverme!!»

—Es suficiente. ¿O acaso han olvidado yo estoy aquí?. —Exclama "Madre".

“La gran madre” del clan se encontraba sentada en uno de los cuatro grandes “tronos” de la sala, y Kan noto que su sombra estaba enlazada a la suya por lo que no tardó en pensar en el entonces famoso clan nara.

—Siéntense, sonzais, el joven presente es mi hijo, Dan.

Lark, Kan y Yuna procedieron a sentarse en sus respectivos asientos, Dan, en cambio, se ubicó frente a ellos y mientras sonreía dijo…

—Es muy lamentable que una pequeña haya tenido que abrir esa puerta.

—Yo se lo ordene —Exclama Lark.

—Lark, tu muerte ya fue programada para esta noche, no adelantes los hechos.

Después de esa pequeña charla Dan recibe una gran cantidad de folletos y papeles, estos iban en un sobre negro.

—Tu crimen fue muy grave, pequeño. Y pesar de que yo, Kan Kazaragi, haya querido hacer lo que tu hiciste, mereces ser castigado.

—Él tiene razón, querido hijo. Tu objetivo es asesinar a todos los ninjas que se encuentran en el sobre, hazlo, y serás perdonado…

109 años después…

Ellos viajaron hacia dónde el libro les había indicado hacía tantos años, y lo que encontraron fue… extraño. Primero sintieron miedo, luego emoción, y por último curiosidad. Ellos se encontraban en un país donde la nieve cubría todo, y al final de aquel lugar encontraron una gran columna de hielo. Dentro dormían al menos cinco peces y un joven muchacho, este último tenía un extraño símbolo en su frente y pecho. El hielo era de color blanco, pero en algunas zonas habían pequeños “puntos” o “líneas” de un líquido rojo… Era sangre.

Los dos jóvenes se concentraron en las heridas de aquel hombre oculto dentro de aquella capa de hielo. Pero al final se fijaron en lo más interesante: Los peces… nunca vieron a tales criaturas en sus cortas y aburridas vidas por lo que rápidamente realizaron una gran cantidad de sellos para soltar de esa forma una gran bola de fuego desde sus bocas, y al poco tiempo los jutsus de fuego se unieron para formar una gran llamarada de fuego más sin embargo no le hacen nada al hielo. Ellos iban a continuar su ofensiva pero uno de los sujetos se fija en un libro que estaba al pie de la columna de hielo, al notar que es el texto que tanto había esperado detiene a su compañero y sin dudarlo corren hacia él, el cual no tardan en abrir y, de esa forma, comenzar a leer… Los muchachos observaron que en las dos primeras páginas tampoco había nada, y mientras pasan a la tercera página, notan que comienza el tan esperado relato; sin embargo, ellos no podian notar que aquel hielo estaba derritiéndose, y que el joven dentro estaba abriendo sus ojos.

—¿Tren?... ¡TREN!.

El hombre dio un pequeño salto de la silla dónde se había sentado horas antes. Estaba durmiendo y una pesadilla lo había despertado, pero logró ignorar esto en segundos y comenzó a escribir en una hoja de papel, quizás escribía aquel sueño, pero algo es seguro: Era algo importante. Aquel hombre se encontraba en una habitación llena de pergaminos y, antes de que él pudiera terminar de escribir un hombre, llamado Kan, abre la puerta.